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El puerto de Contreras

Cualquier pequeña conversación podía desencadenar los recuerdos de la tía, que siempre eran contados con una vivacidad y escenografía casi cinematográfica. En una de nuestras comidas en su casa le comenté que había estado el fin de semana anterior en la costa cerca de Valencia. 

- Uy, Valencia. Anda que hace que no paso por allí… Fíjate que la última vez todavía no estaba hecha la autopista y había que coger la antigua nacional. Y menos mal, menos mal que ya estaba hecha la presa de Contreras y con la nacional ya podías pasar por arriba, porque antes había que bajar dando vueltas y revueltas para cruzar la hoz ¡Menuda carretera! La última vez que fui, iba sola con el Ford Fiesta (el 600 ya lo tenía tu hermana). Iba a Benicassim, donde el tío Benito yal llegar a la presa, me paré para mirar el paisaje y ver la antigua carretera.  


Vista de las revueltas de la antigua carretera desde la carretera alta 

    "Y recordé que la anterior vez que había visto esas revueltas tenía yo 6 años. Era noviembre y nos mudábamos a Valencia todos. Pero cuando digo todos es todos: tu madre que entonces tendría un año, tus tíos... bueno tu tía Pepi, que Benito aún no había nacido. Mis padres, los vecinos, los compañeros de mi padre, que también eran militares, funcionarios con sus familias…. Como los nacionales habían avanzado tan rápido estaban ya a las puertas de Madrid bombardeando a diario. Acuérdate de que tu madre se ponía a llorar antes de que sonaran las alarmas antiaéreas, la abuela decía ‘vámonos al refugio’ y así podíamos coger sitio en el metro mientras caían las bombas, que luego aquello se ponía hasta arriba.

 

En aquellos días el metro sólo se usaba como refugio y para trasladar heridos. La familia debía de bajar a la estación de Lavapiés, inaugurada unas semanas antes, que era la que tenían más a mano (y que no es la de la foto)

Así que como aquello no pintaba bien y Madrid estaba a punto de caer, el gobierno decidió dejar a la ciudad a su suerte y huir a Valencia en noviembre. De madrugada nos despertó tu abuelo y nos dijo 'nos vamos', nos montó en un camión del ejército junto con otras familias y con las luces apagadas nos pusimos a seguir a otros camiones que iban en caravana. Y así abandonó el gobierno la ciudad, a escondidas como buenos cobardes, he he he.

Y así fuimos viajando toda la noche, chiquichí chiquichí, a paso de tortuga, siempre con las luces apagadas, hasta que empezó a amanecer y llegamos al puerto de Contreras y claro, con esas curvas tenían que ir los camiones como caracoles para no despeñarse. Y de repente, la caravana se paró. 'Qué pasa' 'Hay que bajarse. Han dado aviso por radio de que se acercan aviones. Mejor estar lejos por si explotan'. Eran los bombarderos alemanes camino de Madrid, que iban a lanzar bombas otra vez. Siempre iban en grupos de tres, por eso los llamaban 'las tres viudas'. 

 

Bombarderos Junkers Ju 52 "Las Tres Viudas" sobre la Gran Vía en noviembre de 1936.

Así que con toda la caravana detenida, nos dieron orden de bajarnos y salir de los camiones. Y entonces me di cuenta del tamaño de aquello. Porque desde donde estaba podía ver cómo los camiones en fila ocupaban toda la carretera bajando kilómetros y kilómetros con todas sus curvas hasta cruzar el puente y luego volvían a subir por todas las curvas hasta donde alcanzaba la vista otros tantos kilómetros. Y toda la carretera estaba llena de cientos y cientos de personas que habían salido, todas en silencio,  mirando al cielo que estaba nublado y esperando a oir los motores, que ya por entonces todos sabíamos cómo sonaban aquellos aviones cada vez que venían de visita al barrio. 

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El puerto de Contreras décadas antes

Y allí que los oímos poco a poco acercarse. Todos rezando para que pasaran de largo. Imagínate si se enteran de que allá abajo estaba el gobierno de la República al completo. Y mientras que estábamos todos en tensión, con el runrun de los aviones pasando justo por encima, noto una mano sobre mi hombro que me dice '¿Qué está haciendo usted aquí parada?'. Y me doy la vuelta y veo que son dos Guardias Civiles con sus armas. Mira ¡qué susto! Tardé un momento en darme cuenta de que ya no tenía 6 años y que estaba en la carretera nueva junto a mi 600.

 'Perdonen ustedes. Me había parado un momento a contemplar las vistas.' 'Circule, por favor. Está prohibido detenerse en puentes'. Y yo recordé, ‘anda, pues es verdad. Que el código de la circulación prohibe parar en un puente, he he he’. Cogí el coche y seguí. De postre tenemos uvas o melón ¿qué prefieres?"

La tía Maruja y la tía Pepi, unos meses antes de esta historia.

 

Algunas notas

Como fue una evacuación casi clandestina, no hay fotos de un evento tan relevante como el traslado de todo un Gobierno y su ejército en plena guerra y la información también es escasa e imprecisa. Sí se sabe que todo el movimiento de tropas y camiones no pasó desapercibido, muchos intentaron huir a la vez y los primeros kilómetros fueron un atasco constante hasta Arganda. 

La caravana no fue bombardeada, porque el destino de los aviones era Madrid, como había sido las semanas pasadas y como sería en meses posteriores. El Gobierno llegó a mediodía a Valencia sin incidencias. 

Días más tarde se daría la orden para que el traslado de la capital se hiciera con todas las consecuencias, incluyendo el resto de funcionarios, ministerios e incluso obras de arte, siguiendo también el mismo camino por el puerto de Contreras. La epopeya de trasladar los fondos del Museo del Prado en plena guerra sí está fotografiada y documentada.


 

 

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