Con 78 años, la tía Maruja decidió aprender informática. Se compró un ordenador, una impresora, contrató una línea de internet, se apuntó a un curso y después decidió que era mejor pedir ayuda a su sobrino. Corría el año 2008, yo por aquél entonces trabajaba frente al parque de El Retiro, cerca de su casa. Un buen día me llamó por teléfono:
- Hola, sobrino. Oye, ¿si te escapas de tu trabajo, te invito a comer y me solucionas un tema de ordenadores?
- ¡Claro! ¿Qué problema tienes, tía?
- Es que a ver si me ayudas con esto, que he abierto un archivo con la contabilidad de la casa que quiero grabar, llevo varios días con ello y no soy capaz.
- ¿Grabar? Pero si lo has podido abrir ya debes de tenerlo grabado ¿no?
- Noooo, lo tengo en el ordenador, pero no está grabado.
- Pues entonces ya lo tienes ahí grabado. ¿dónde más lo quieres grabar?
- Pues en el…. ay, Dios, que ya no me acuerdo como se llamaba el chisme este
- ¿en un pincho USB?
- No, eso no.
- ¿En un CD?
- Noooo. Ay, cómo era.
- ¿En un disquete?
- ¡Que no, leñe! El cacharro este que sirve para grabar. Bueno, te vienes y ya lo ves.
Así fue cómo empezaron nuestros encuentros. Yo me encontraba con la mesa puesta, a cambio le solucionaba algún pequeño problema informático y cualquier tema era excusa para que empezara a contarme historias de la familia que yo no había escuchado antes, pero sin darle la mayor importancia, como quien habla del tiempo. La primera vez fue hablando de fruta:
- ¿Qué quieres de postre? - me preguntó -. Tengo uvas, manzana y no me acuerdo qué más.
- ¿Esto son fresquillas o nectarinas? La verdad que con estas mezclas de
melocotón con cosas siempre me lío.
- Pues lo mismo me pasa a mí. Quien lo tenía muy claro era tu bisabuelo Feliciano, el padre de tu abuela María, que le encantaba cultivar árboles frutales allá en Novés, en el pueblo. Hacía todo tipo de injertos: que si paraguaya con melocotón, que si manzana con fresquilla… ¡oye, qué mano tenía con las plantas!
- ¿Paraguayas? Si eso es una fruta tropical que yo he empezado a ver en los supermercados hace unos diez años.
- ¡Quía! Eso aquí, pero no en Cuba, que todas esas plantas las aprendió a cultivar allá para no morirse de hambre.
- ¡En Cuba! ¿Vivió en Cuba?
- Bueno, vivir, vivir... más bien sobrevivir. Tu bisabuelo fue soldado en Cuba durante ocho años, y los últimos tres años de guerra en mitad de las selvas aquellas ¡tres años, imagínate! aprendes a cultivar cualquier cosa para no morirte de hambre.
"Contaba que un día llegaron a un poblado que había sido evacuado, y al entrar en una casa de un indiano rico se encontraron con un cofre lleno de joyas y monedas. Todos los soldados empezaron a llevárselo a manos llenas y a él daba apuro, le decían 'Vamos, Feliciano, que esto ya no lo necesita nadie'. Y el abuelo, que era de origen muy humilde, iba y cogía un puñadito así, discreto, y sus compañeros de regimiento le decían 'Feliciano, ¡eres pobre hasta para robar!', he he he."
Tan fascinado estaba de descubrir que tuve un bisabuelo en la guerra de Cuba cuando terminó de contar la anécdota que al despedirme, tuvo que ser ella la que me lo recordase:
- Sobrino, que te vas sin arreglarme lo del ordenador.
- ¡Ostras, es verdad! ¿qué es lo que quieres grabar?
- Esto, la contabilidad del mes. Lo tengo aquí en el ordenador y lo quiero grabar para que no se me pierda.
- ¿Y en qué cacharro dices que lo quieres grabar que no te funciona?
- Pues en esa caja gris con papeles
- ¿La impresora?
- ¡Eso es, “impresora”! No me salía el nombre. Pero yo la llamo grabadora, porque hace grabados.
Algunas averiguaciones posteriores
Cuando escribía este pequeño relato, se me ocurrió buscar el nombre del bisabuelo ¡y encontré referencias en Internet! La "Crónica de la Guerra de Cuba" de Rafael Guerrero fue un libro hecho prácticamente a la vez que la propia guerra a partir de las informaciones de prensa del momento. En la página 372 hay un lisado de condecoraciones con el siguiente texto:
A partir de esto, pude averiguar que perteneció al Batallón de Infantería de Bailén, también llamado el Peninsular nº 1, destinado a combatir en la zona de Matanzos. Hay fotos:
Batallón de Infantería de Bailén en La Habana antes de la guerra. El bisabuelo Feliciano es el sexto desde la izquierda, en segunda fila con la cara tapada por el fusil
También pude averiguar cómo fueron los últimos momentos en la isla. Cuando España se rindió, Estados Unidos pidió la evacuación inmediata de todas la tropas, incluso los heridos de los hospitales, amenazando con bombardear. La huida fue masiva, y al no haber barcos suficientes, cualquier cosa que flotara era buena y el Vapor Correo "Isla de Panay", de la Compañía Transatlántica se acabó convirtiendo en el que más gente trasladó en peores condiciones, muriendo por decenas en la travesía. Esto le dio el sobrenombre de "Barco de la Muerte". En él embarcaron al bisabuelo herido.
Vapor Correo Isla de Panay en el que el bisabuelo fue embarcado de urgencia para abandonar Cuba antes de la llegada de las tropas de Estados Unidos
Finalmente, con heridas de guerra sin terminar de curar y en condiciones poco salubres llegó a Coruña el 31 de agosto de 1898. El diario "La Época" del día siguiente da listado de los repatriados, como se puede ver en la sección "La repatriación". El bisabuelo Feliciano llega ascendido dentro de la categoría de "Jefes y oficiales".
Quien pueda completar algo sobre el bisabuelo Feliciano en Cuba, que me lo haga saber o deje un comentario.
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