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Las radios del abuelo Benito

Siempre me llamó la atención la radio que tenía la tía Maruja en su casa, seguro que la recordáis. Era de madera roja, la marca del dial era una mano que a mí me encantaba mover de una frecuencia a otra. Lo más sorprendente era que parecía que con aquella radio se podían escuchar lugares lejanos, porque la mano pasaba sobre nombres de ciudades: París, Belgrado, Moscú… aunque nunca la conocí funcionando. 

Radio antigua de válvulas grundig, 3097, funcio - Vendido en Venta Directa  - 49258894 

No era esta, pero se le parecía mucho ¿a que sí?

 

 Un buen día le pregunté a la tía por aquél aparato.

     - Es que a tu abuelo le gustaban mucho los aparatos de radio. Incluso llegó a construir uno desde cero… nooooo, no era este, este es comprado. El que construyó lo acabó regalando en una tómbola. ¿Sabías que abuelo se salvó de acabar en la cárcel gracias a las radios cuando los republicanos perdieron la guerra?

    - Tía, la verdad es que en mi casa nunca me han contado nada de la guerra. Ni siquiera sé si fue militar de la República o de los Nacionales.

    - ¿Nadie te lo ha contado? ¡Pero bueno! Al menos sabías que era militar ¿no? Vaaaale. Pues lo cierto es que fue militar con los dos: con la República y con Franco. Y gracias a las radios, precisamente. 

"Él se encargaba de temas de mecánica, que era lo que le gustaba. Todo lo que tuviera que ver con tornillos, electricidad, desmontar y montar cachivaches, le encantaba… bueno, tu prima Rossi y tu hermana Pilar yo creo que heredaron esa parte de tu abuelo, que también les encanta desmontar cosas para entender cómo funcionan, hehehe. 

Al llegar la guerra, según el bando Republicano iba perdiendo, todo el mundo empezó a ascender. Claro, entre los que caían muertos, los que hacían prisioneros y los que huían, había una demanda de generales, tenientes…¡imagínate! Allí, hasta el cabo más arrastrado subía y llegaba a mandar en pocos meses. Y al abuelo Benito también le ofrecieron esos puestos, no te creas. Pero tu abuelo tenía claro que él no estaba en el ejército para mandar, sino para arreglar cosas. Y siempre, siempre, rechazó los puestos que le daban. ‘Pero Benito, que puedes llegar a ser coronel’ le decían. Pero decía que nones, que a quién le interesaba ser coronel cuando podía quedarse reparando radios y motores, que era lo que le gustaba.

Al terminar la guerra, todos los militares del bando perdedor fueron juzgados, muchos acabaron encarcelados ¡y no pocos fusilados! Tu abuelo también acabó en un juicio militar, claro. Pero en su caso, le salvó haber rechazado todos esos puestos y quedarse en el taller. Al final le pusieron un arresto simbólico, que yo creo que ni tuvo que cumplir, y decretaron que podía quedarse en el Ejército Nacional. Le dejaron volver al cuartel de Carabanchel y así pudo seguir reparando radios, que en el fondo era lo que él quería. 


 El abuelo Benito con su uniforme militar del cuerpo de Ingenerios de la República

Mientras estuvo en los cuarteles, pudimos vivir razonablemente bien, porque en el Ejército se conseguían cosas que afuera no se podía si no era con la cartilla de racionamiento o de estraperlo. Como por ejemplo, azúcar. El azúcar era valiosísima, y él siempre se las apañaba para conseguir un paquetito de los suministros del cuartel. 

Vivíamos en la calle General Tabanera 30, en una casa que me parece que la estoy viendo ahora mismo. Recuerdo una madrugada que horneamos galletas. Sí, sí, bien de noche para que los vecinos no se enteraran de que teníamos azúcar… pero daba igual lo bien que cerrara la abuela las ventanas, las puertas y todo, al final el olor salía y llegaba a los pisos. Y a esas horas de la noche, la vecina llamaba a la puerta de casa, y tu abuela salía con cara de malas pulgas, que eso se le daba muy bien. 

    - María ¿no huele usted algo?

Y tu abuela se hacía la sueca, que también se le daba bien:

    - No, no huelo nada. Hala, buenas noches.

    - Sí, como si alguien estuviera horneando algo.

    - Ah, debe ser que se me han quemado las lentejas 

    - ¿Ahora de noche está usted haciendo lentejas?

    - Pues ya ve.

    - Pues a mí me huele más a galletas que a lentejas ¿puedo pasar a ver?

    - No, no puede.

Y la cerraba la puerta en las narices. Así conseguíamos hacer galletas. 

Pero todo eso cambió. España tenía dos ejércitos, el formado por los Nacionales que ganaron y todos los del bando Republicano que como tu abuelo mantuvieron el puesto. Yo creo que lo mantuvieron así un tiempo por si acaso España entraba en guerra con Hitler. Cuando ya se vio claro que los alemanes no iban a ganar y que Franco no se iba a meter en más aventuras, decidieron echar a gente, que aquello era un gasto tremendo con la escasez que había. Y claro, puestos a elegir a quién echar, se quitaron de enmedio los militares republicanos, tu abuelo entre ellos.

¡Ahí sí que empezamos a pasar hambre de verdad! Y eso que se portaron bien con él ¿eh? Le buscaron un puesto en Marconi, cerca de Carabanchel, donde pudo seguir reparando radios. Pero ya nos quedamos sin poder conseguir suministros y nos tocó depender de la cartilla de racionamiento o del mercado negro. Nos poníamos a coser por las noches para poder sacar algún dinerillo más, y para ahorrar luz, tu abuelo hacía un engache al poste del tranvía que había en la calle y así no la teníamos que pagar, y bajábamos las persianas para que nadie nos viera. ¡Menudas penurias que pasábamos! Por cierto. Tengo unas galletas con azúcar, por si quieres acompañar al café. Hehehe." 

 

Calle General Tabanera (ahora Joaquín Turina), con los postes de tranvía. La casa de la familia estaba en la acera de la derecha, donde el segundo árbol.

 

Algunas notas

Está documentado cómo el abuelo Benito empezó a reparar radios en el ejéricto. Tenía 26 años y ya había terminado el servicio militar. En este Diario Oficial del Ministerio del Ejército de 1929 se le otorga plaza para asistir a un curso de mecánica en los cuarteles de Carabanchel.

A los que están en activo les pedían presentarse "con machete, cinto y tahalí", prendas que el abuelo obtendría a partir de ese momento. En su foto de más arriba se puede ver el tahalí, el cinturón en diagonal que cruza su uniforme.



La búsqueda de su nombre en internet depara alguna sorpresa más. Aparece en esta página del Colectivo Republicano de Esukal Herria, junto con otros miles. Se trata de un listado de procedimientos judiciales militares a raíz de la Guerra Civil. Y a cada nombre le siguen unos números.

 


 ¿Qué significan esos números? "Valencia" y "1940" parece hacer referencia al lugar y año del juicio que mencionó la tía Maruja. El resto de números indica algo más, quizá algún número de expediente que se puede consultar en algún sitio, pero no he sido por el momento capaz de averiguarlo.

Por cierto, la radio la heredó mi prima María... y acabó muriendo en un incendio, en la buhardilla de su casa.



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