Una de las historias más tremendas de las que me relató la tía fue aquel día que quedamos a comer y apareció en la tele el actor Carlos Iglesias, hablando de su última película. Le comenté que era vecino de la casa de mis padres en Villalba, donde todavía vivía yo en aquel momento. - Pues ese apellido es de niño huérfano -me dijo ella-, de los que abandonaban a la puerta del convento. Como no sabían de quién eran hijo, les llamaban "Iglesias Iglesias", seguro que su padre o su abuelo se llamaba así. - ¿Por duplicado? - Claro, como tu bisabuela Roberta. Roberta Iglesias Iglesias se llamaba. Y por eso tu abuelo Benito se llamaba Lorenzo Iglesias, porque era hija de una huérfana. - ¿Fue abandonada en un convento al nacer? - comenté horrorizado. - Pues sí. Parece que debió de ser alguien adinerado de Oviedo, algún lío de faldas, lo normal en aquellos años: según nacía el niño, ¡chum! de cabeza al convento. - ¿Y cómo sabes que era adinerado? - Bueno, las Hermanitas de la Ca...